martes, 25 de noviembre de 2008

Recorriendo la ciudad


Algo que recuerdo claramente de mi infancia era el traslado al colegio en preescolar, esperaba siempre el bus en una avenida que comunicaba únicamente la Cra. 86 o Av. a Abastos con la Av. Primero de Mayo, el recorrido del bus hasta el colegio era relativamente corto y en algunas ocasiones tenía el placer de disfrutarlo dado que tomaba un asiento junto a la ventana, el bus subía[i]  hasta la primera de mayo y tomaba hacia el sur por la misma, en ese entonces la primera de mayo era una avenida pequeña  que terminaba de manera poco ortodoxa en la entrada al barrio Roma, desde allí hasta la avenida abastos que en ese punto se convertía en la entrada a Bosa, no habían más de trescientos metros pero la vía estaba en muy mal estado, los estudiantes que iban dormidos dentro del bus siempre se golpeaban la cabeza contar los vidrios en esta parte del recorrido y las risas no se hacían esperar así como las voces de enfado de los recién despertados y el trayecto tomaba un nuevo aire pues el colegio estaba ya bastante cerca y las conversaciones los saludos y demás se hacían saber.

Después de pasar el barrio Roma sobre la avenida a Bosa que era y es la misma avenida  a abastos, por nomenclatura es la carrera 86 y hoy se le conoce como Av. Agoberto Mejía, nos topábamos con el caño –cuenta mi madre que, ella y sus hermanos recorrían todo este terreno hasta Bosa  para comprar la carne que  abastecía la carnicería que tenía mi abuelo en el barrio Carvajal y dice ella que era un humedal inmenso lo que separaba Bogotá de Bosa- pasando el  mismo ya nos encontrábamos en la entrada a Bosa,   ahí girábamos a la derecha y entrabamos al centro de Bosa, recuerdo que siempre me ha parecido bastante desagradable esta entrada siempre pensé que Bosa era un sitio donde no quería vivir, sus calles eran empolvadas y sucias solamente hasta llegar dentro del colegio Claretiano me sentía diferente, es un poco arribista el sentimiento, si, pero era producto del miedo que en esa etapa de mi vida era muy natural.

El recorrido de vuelta en la tarde no era para nada placentero pues siempre había más estudiantes, sobre todo de bachillerato y estos no tenían consideración alguna con los más pequeños, para ellos éramos  nada, en una ocasión el bus estaba tan lleno, y yo estaba tan despistado que no me di cuenta de buscar la puerta por que ya era mi parada, que cuando llegue a donde tenía que bajarme era imposible pasar por el pasillo del bus, entonces mis estimados compañeros de colegio optaron muy inteligentemente por sacarme por una ventana, luego de esto me pusieron un sobrenombre lo que me dio reconocimiento y me dejaban salir más fácil los más grandes.

Mi infancia paso hasta los nueve años en el barrio Gran colombiano de Ciudad Kennedy allí di mis primeros pasos por la ciudad, como eran laxos en mi casa con aquello de salir a la calle me acostumbre a caminar el barrio en las tardes luego de hacer los deberes solía salir a alguno de los parque que estaban cerca de la casa donde vivía y con el tiempo explore el barrio cada vez más lejos, me encantaba ir a lo que se conocía popularmente como “el cuatro”, era en esa época y hoy sigue siendo la zona comercial de Kennedy, en esa época me encantaba vivir en este sector todo estaba cerca, medico, el odontólogo, la registraduria donde saque mi tarjeta de identidad, el colegio, los parques en fin Kennedy no era mi barrio era mi país.

Vivimos en diferentes barrios de Kennedy lo que me enseño a utilizar el transporte público, al cumplir nueve años mis padres compraron una casa en un barrio en la localidad de Usme y como yo estudiaba en Kennedy tuve que  empezar a hacer recorridos mucho más largos incluso tenía que trasbordar para llegar a casa y así empecé a recorrer la ciudad.

Para seguir con esta historia contare que mis padres compraron esta casa con mucho esfuerzo y con la sabiduría de mi madre, ella es diseñadora de modas hija única entre seis hombres, se caso bastante joven con quien fue mi padre, y vivieron en Kennedy los primeros 12 años de matrimonio, mi padre se dedico a trabajar en diferentes cosas, no le gustaba estudiar, pero era bastante bueno en los negocios lo que lo llevo a buscar horizontes propios lejos de ser un empleado quería hacer empresa.

El hecho de tener una vivienda propia hizo que las expectativas de vida cambiaran para todos, por vivir tan lejos de cualquier pariente me aleje de esos lazos de familia que se fundamentan en una tradición, mis recorridos por la ciudad cambiaron por que cambie de colegio en varias oportunidades.

Continuando con la historia de mi recorrido a la recién comprada casa, desde Kennedy hasta mi casa eran dos horas y media de recorrido, tomaba el Trolley Bus en frente del colegio que estaba ubicado en la avenida primero de mayo  con calle 43 sur, dejaba este en la avenida 68 para tomar un bus que me llevara  a  casa -anoto que solo existía una empresa que cubría esa ruta que venía de abastos y llegaba  a Usme-, este recorrido era bastante particular pues estos buses transportaban las personas que comerciaban la cebolla y era muy común en la mañana ver los bultos de cebolla en el fondo de los buses, a la hora en que yo regresaba a casa también lo hacían los comerciantes ya sin los bultos pero si con el humor del trabajo duro y es de saberse la comodidad del transporte público no era optima sobre todo de esta empresa en particular, pero bien el recorrido mío iniciaba en la avenida 68 hasta donde termina prácticamente la misma en el cruce con la autopista sur allí empezaba lo que se conoce como Venecia al finalizar de esa calle que es la zona comercial de Venecia empezaba el barrio Fátima hoy en día hay un caí y se le conoce como avenida del congreso eucarístico, desde ahí se llegaba a la avenida Jorge Gaitán Cortez a travesando el barrio, se tomaba esta sentido norte rodeando el barrio el Carmen para luego tomar la calle 47 A sur que divide los barrios Samore y Claret, en esa parte del recorrido ya había empleado una hora de tiempo regularmente estaba somnoliento por el intenso olor a cebolla y el excesivo calor dentro del vehículo, mucha gente que vestía de ruana  en su mayoría  incluso con el calor dormía placenteramente incluso roncaban, yo solo pensaba en llegar lo más pronto pero sabía que aun no había llegado a Santa Lucia faltaba pasar la zona comercial del Claret, el transitar por allí era lento los carriles se estrechaban y el flujo vehicular aumentaba era casi que la única salida hacia la Caracas, ya en Santa Lucia sabía yo que faltaba solo una hora más de camino, desde ahí a mi casa era una sola línea recta, bueno casi recta.

Por la avenida Caracas seguía en sentido norte sur, en el costado oriental estaban los barrios San Jorge y Marco Fidel Suarez y en el costado occidental el barrio San Carlos, en este tramo el comercio era bastante informal lo que hacia el andar un poco más lento, los comerciantes se agrupaban en las aceras y los peatones transitaban por la vía vehicular, confluían ahí varias rutas de transporte, el caos era total, cuando por fin se salía del embotellamiento se transitaba de manera más bien rápida hasta la sede de la alcaldía de la localidad de Tunjuelito donde prácticamente terminaba la Caracas y empezaba la avenida  a Usme, en el costado oriental y por el barrio Molinos del Sur exactamente enfrente de la alcaldía giraban los buses que iban para los barrios de La picota, Los Molinos y Marruecos, el barrio del costado occidental era conocido como Tunjuelito, pero en realidad se llama Abraham Lincoln y limita hacia el sur con la quebrada Chingaza.

Ahí empezaba el último tramo  de mi recorrido por el lado occidental está la escuela de artillería  y en frente la cárcel de la Picota, era muy normal que la gente se despertara en este punto pues tanto en la mañana como sobre el medio día y en la tarde el ejercito solía hacer lo que se conoce como “batidas” y hacían ingresar los buses dentro del recinto militar solicitaban a los “caballeros” mayores de edad bajar del vehículo con “documento de identidad en mano”, los requisaban y verificaban documentación, nunca faltaba el trabajador de abastos recién llegado a la ciudad, con dieciocho años cumplidos , que no había terminado el bachillerato y aun no había prestado el servicio militar que se quedaba del paseo, aquí yo aprovechaba para tomar algún asiento que quedaba libre puesto que ya estaba llegando a las dos horas de viaje  en un bus muy estrecho, caluroso, oloroso y además de pie, siendo constantemente empujado, pisoteado y hasta servido de soporte a algún pasajero que descansaba tanto en los brazos de Morfeo como en parte de mi ser, cuando se retomaba la marcha me encontraba frente a un espectáculo bastante particular, por el oriente las fabricas de ladrillos y una fábrica de vidrios, en el occidente las canteras que con sus lagos artificiales de colores ofrecían un  vista única y relajante aunque un poco escalofriante en algunos tramos donde la carretera apenas bordeaba el filo de alguna cantera y se podía ver la profundidad de la misma, era una serie de curvas que en la actualidad ya está mejor construida, las canteras han ido desapareciendo con el paso del tiempo la vía fue mejorada y se  construyo un portal del servicio de transporte masivo, en donde yo solo veía terrenos desérticos se construyeron barrios como  Danubio, El Mochuelo, Porvenir y La Fiscalía.

Lo que yo llamo “los primeros suburbios de la ciudad” empezaban en sentido suroccidental con el barrio la Aurora que contaban era habitado en su mayoría por los empleados de la empresa recolectora de basura de la ciudad de ese entonces y se le solía llamar despectivamente  como “el barrio de los cochinos”, eran casa bifamiliares, es decir de dos plantas pero independientes la una de la otra, algunas más grandes que otras  y tenían la posibilidad de ampliación, lo que hacía que el diseño inicial del barrio en cuanto a la estética perdiera toda su forma, pues se veían casas muy diferentes lo que no daba una armonía visual, en la acera de enfrente es decir al costado suroriental se encontraba el barrio Barranquillita que desentonaba aun mas pues sus calles estaban sin pavimentar y eran casas de diferentes tamaños con calles desordenadas y sucias, pero la verdad yo no prestaba mucha atención a esta parte del recorrido, mi mente estaba ya en el almuerzo que me esperaba en casa, sabía que debía prepáramelo por mi mismo ya que mis padres no estaban, pero lo que más me llamaba la atención de llegar era poder quitarme el fastidioso uniforme, botar esa corbata que llevaba puesta y dormir una siesta.

La Aurora y Barranquillita estaban ubicados en una pendiente que terminaba en una curva  que daba la parte plana del sector , ahí empezaba el barrio Santa Librada que tenia sobre lo que se conocía como la avenida a Usme, unas cuatro cuadras bastante extensas de zona comercial  al finalizar el barrio empezaba el mío, por fin había llegado, La Marichuela era un barrio de casas también bifamiliares pero conservaba aun la estética visual además estaba levemente  debajo de la vía  lo que hacía que se pudiera contemplar desde el bus los techos uniformes de las casas, pero en realidad creo que lo que me gustaba es que ya estaba prácticamente  en casa, en algunas oportunidades me bajaba en la primera entrada del barrio, -he de decir que el barrio tenía dos calles que lo atravesaban paralelamente y prácticamente se comunicaban entre sí, es decir una tenia forma de J- yo vivía por lo que se conocía como la entrada de la telefónica dado que allí había un edificio de la empresa de teléfonos.

Llegar era placentero no solo por dejar el bus que me había quitado dos  horas y media de mi vida sino por el sabor del aire que se respiraba allí, era un aire aun muy limpio, se podía sentir en esa época que se estaba en la ciudad pero en una ciudad aun rural, con su pequeño sector comercial, los vecinos conocidos, la tienda de barrio y por supuesto el potrero para jugar futbol con los amigos de barrio.

La ciudad ha cambiado y los trayectos hacía este barrio ahora son muchos, las vías más amplias la oferta de transporte mejoro en cantidad mas no en calidad y la gente que habita es diferente ya no son  nuevos suburbios los otros “nuevos suburbios” son los que habito en la actualidad pero eso hace parte de otra historia de recorriendo la ciudad.

 


[i] Desde que tengo memoria y por un empleo que realice como cartero de la ciudad, se que el término “subir” se antepone aquí en Bogotá cuando el desplazamientos se da de occidente a oriente, es decir hacia el centro que está ubicado en los cerros de la ciudad.

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